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Todos tenemos un papel a desempeñar en la lucha contra el cambio climático y el del agua, nuestro recurso más preciado, es esencial.
Los efectos del calentamiento global ya llegan a todos los rincones del planeta. Temporales como el Gloria nos hacen vivir en primera persona escenas que antes parecían ficción. La fuerza de los elementos se desata y produce precipitaciones torrenciales (hasta 220 litros por metro cuadrado en el área metropolitana de Barcelona), olas gigantes y daños en todo el litoral. Al mismo tiempo, la primavera se anticipa y los almendros florecen en febrero. ¿Necesitamos más señales? La Tierra nos envía un mensaje claro: el cambio climático es una realidad y ha llegado el momento de actuar. No podemos darnos el lujo de esperar.
La lucha contra el cambio climático es el mayor reto colectivo que ha afrontado nunca la humanidad. Pero también es una batalla en la que nuestros pequeños gestos juegan un papel definitivo. Hacer un uso responsable del agua y de la energía, apostar por los medios de transporte sostenibles, racionalizar el consumo y escoger aquellos productos y servicios con menor impacto ambiental son elecciones personales diarias que ayudan a combatir el calentamiento global.
La edición de este año del Día Mundial del Agua pone el foco precisamente en la relación entre el cambio climático y el riesgo de escasez de recursos hídricos. Sin agua no hay vida. Es el elemento básico para hacer frente al incremento del 70% en la producción de alimentos que será necesario para alimentar a la población mundial, que alcanzará los 9.000 millones de personas en 2050 frente a los 7.000 millones de 2011. El 92% del consumo diario de agua está ligado a la producción de alimentos (agricultura y uso en procesos industriales como refrigeración, disolución de materia y limpieza, entre otros). Se necesitan 109 litros de agua para producir una copa de vino, 560 litros para conseguir un kilo de naranjas y 4.325 litros para un kilo de pollo. Es la denominada huella hídrica y nos obliga a apostar por la alimentación más sostenible.
La lucha contra el calentamiento global requiere un esfuerzo conjunto de las administraciones, las empresas y, de manera destacada, la ciudadanía. El agua, nuestro recurso más preciado, puede ayudar a combatir el cambio climático. Un uso más responsable y eficiente contribuye a la protección de los recursos naturales y a la reducción de los gases de efecto invernadero.
Aigües de Barcelona, con una larga experiencia en la gestión de este recurso, está comprometida con el desarrollo sostenible, la economía circular y las bajas emisiones. La compañía ha reducido sus emisiones de CO2 en un 41,2% respecto a 2015. Además, apuesta de forma decidida por la reutilización del 100% del agua, completando el ciclo integral y como medida para luchar contra el cambio climático.
La conversión de las estaciones de depuración de aguas residuales en ecofactorías es otra línea básica, que forma parte de la filosofía del residuo cero. Se trata de alcanzar la autosuficiencia energética mediante la producción de energías renovables (biogás procedente de residuos ricos en materia orgánica y placas fotovoltaicas) y la aplicación de elevados niveles de eficiencia energética. La reducción de residuos, dándoles una segunda vida, incluye otras iniciativas innovadoras de Aigües de Barcelona, como la reutilización de la tierra extraída de las zanjas de las obras de canalización, que alcanzará el 50% del total en 2020.
La movilidad sostenible es otro pilar de la compañía, que inició en 2014 la sustitución de su flota de vehículos tradicionales (de combustión) por coches eléctricos 100%, un proceso paralelo a la transformación de las infraestructuras de sus edificios y equipamientos. La flota eléctrica estaba formada en 2019 por un total de 131 vehículos.
Uno de los mayores riesgos del cambio climático es la reducción de la biodiversidad, es decir, la pérdida de especies de la flora y fauna que habita el planeta. Aigües de Barcelona protege los ecosistemas naturales en los parajes donde se ubican sus depuradoras de Begues, Gavà-Viladecans y Vallvidrera.